Sergio Guerra (31) no puede contener las lágrimas cuando recuerda el episodio que casi le costó la vida. “Me dieron fierrazos y me prendieron fuego para robarme, yo pensé que me mataban”, dijo ayer desde el Hospital Marcial Quiroga, a 10 días del ataque que sufrió en la pieza que le prestaban en el predio de un exlavadero de autos, en Agustín Gómez, entre Santa Rosa y Pasaje Patria, en Pocito.
Fueron varias las hipótesis que barajaron los investigadores, pero la principal era que había estado bebiendo con sus atacantes y que por algún motivo se habían desconocido. Él lo negó. “Ese día eran como las 6 y yo venía de la casa de mi novia. Para no molestar en mi casa fui a quedarme ahí, que cada tanto iba porque me lo habían dado para que lo cuidara. Estaba por abrir el portón cuando vi que venían dos chicos caminando, a las risas. No les di pelota, pero se me acercaron y uno me dio un fierrazo por la cabeza”, arranca su relato, y muestra los 6 puntos de sutura que le hicieron en la nuca. Según su versión, los sujetos lo metieron a la pieza y “me pedían la plata, parece que alguien les dijo que iba a cobrar un dinero”. “Adentro no paraban de pegarme, me daban fierrazos por todos lados y me decían que me iban a matar y después quemar si no les daba la plata”, siguió.
“La saqué barata, ahora podría estar en un cementerio. Si no fuera por Jesús no estaría vivo”
SERGIO GUERRA – Víctima
La víctima afirmó que uno de los golpes en la cabeza lo desmayó, y que cuando recuperó a medias la conciencia “escuchaba ruidos de que buscaban cosas”. “Después sentí que me rociaban algo, era alcohol puro. Con el olor me desperté pero me volvieron a noquear de otro fierrazo. No sé cuánto tiempo habrá pasado pero luego sentía calor, como que transpiraba. Y ahí ví las llamas pero no podía reaccionar”, sostuvo. Guerra está convencido de que Dios lo salvó. “Vi una luz blanca que venía hacia mí, muy brillante. Me rescató, me dio fuerzas, me levantó y me sacó de la pieza. Apenas alcancé a salir el techo se derrumbó. Esa luz se desapareció. Para mí era Jesucristo, era un hombre que me llevaba, lo vi de atrás, tenía el pelo hasta los hombros y tenía un manto brillante. Era una luz muy fuerte que no se podía ni ver”, aseguró. Ese día los vecinos habían dicho que unos albañiles que trabajaban enfrente lo habían rescatado cuando se quemaba vivo.
Respecto a los agresores, la víctima dijo que “los conozco de vista, no me junto con ellos. Con ellos nunca tuve problemas, han estado muy drogados”.
Guerra terminó con quemaduras en el rostro, la espalda y las piernas. Le hicieron 12 puntos en los brazos y tiene el pómulo izquierdo fracturado. “Lo juro, yo dije “acá me matan”. Quiero justicia, quiero verlos presos porque si me lo han hecho a mí se lo pueden hacer a otra persona”, cerró.