El INDEC lanzó el IC, una cifra que busca sentar las bases de la cuota alimentaria y además desnaturalizar la invisibilización de las tareas del cuidado. ¿Para qué sirve? En esta nota charlamos con una de sus creadoras.
A través de una encuesta estremecedora nos enteramos de qué siete de cada diez padres bonaerenses no pagan la cuota alimentaria de sus hijos e hijas. La situación es alarmante y empuja a realizar acciones concretas. Por esa y muchas otras razones que analizaremos a continuación, existe una nueva cifra en el INDEC: el Índice de Crianza.
Para poder profundizar, entrevisté a Sabrina Cartabia, una de las creadoras de esta medida y abogada especialista en el tema quien sostiene que este número es un gran avance hacia un cuidado de la crianza igualitario.
Siempre es más difícil si no sos varón
“Los hogares monoparentales en nuestro país están compuestos principalmente por jefas de hogar. La falta de pago de la obligación alimentaria, según los estudios que hicimos en la provincia de Buenos Aires pero también los estudios realizados por UNICEF, es muy extendida. Aproximadamente 7 de cada 10 padres incumplen y abandonan a sus hijos cuando las parejas se rompen”, indica Cartabia.
Por lo que dicen los números, son las mujeres quienes pesan con la responsabilidad del cuidado y todo lo que económicamente eso conlleva. Si a esa problemática se le suma además la brecha salarial y la feminización de la pobreza, el escenario es de agobio.
“Tenemos que entender que existe la brecha laboral, que las mujeres no cobran lo mismo por la misma tarea que los varones y que eso está censurado, por ejemplo para la provincia de Buenos Aires la brecha asciende a un 34% y a un 37% cuando hablamos de actividades informales no del trabajo informal”, especifica la especialista.
Si bien lo más complejo es cobrar, el camino desde que sucede el reclamo hasta el final es conflictivo y sinuoso entre muchas cosas por la ausencia de datos. “Cuando desde la provincia de Buenos Aires realizamos el informe sobre el incumplimiento de la obligación alimentaria, notamos que uno de los grandes obstáculos es que existe una demora muy grande en determinar justamente el monto de la obligación alimentaria”, indica Cartabia.
En ese momento la necesidad de ponerle una cifra al gasto de la crianza se presentó. “Cuando inician el camino de un reclamo en este sentido los abogados y abogadas siempre les piden que junten cada ticket de cada gasto que hacen en la crianza y después suele existir una audiencia. O mismo en las negociaciones que se realizan fuera del litigio judicial, en un momento el abogado de la contraparte junto con el padre del niño, niña, adolescente, van a cuestionar todos esos gastos y cada uno de esos tickets”, explica Sabrina y agrega: “esta cifra la veníamos reclamando desde ese informe, la necesidad de que el Estado fije un piso mínimo del costo de la crianza”.
Una cifra para empezar a hablar
Una de las aclaraciones pertinentes a la hora de hablar de esta nueva cifra es que, primero, es un número aproximado y, segundo, es un piso y no un techo. “Es un piso desde el cual empezar a dar esas discusiones sobre los alimentos de manera tal que las mujeres eviten la violencia que se ejerce en los procesos de alimento cuando se cuestiona que la crianza tenga un costo. Es muy importante tener en cuenta que el INDEC mensuró dos cosas: primero la canasta de bienes y servicios pero también el costo del cuidado por hora que va variando de acuerdo a la edad”, explica Cartabia.
Hace ya décadas que los movimientos feministas insisten en poner al cuidado y a las tareas del hogar en el centro de la escena. La invisibilización de este tipo de labores empobrece a las mujeres que son quienes social y culturalmente se las asocia a las mismas. “Esta cifra que saca el INDEC es fundamental porque es una herramienta pionera en el mundo. Somos el primer país en determinar cuál es el costo mínimo de la crianza”, sostiene Cartabia.
Ponerle un número al cuidado es una forma de desnaturalizar su invisibilización y poder maniobrar cifras más justas. “Se va a actualizar mensualmente porque uno de los componentes para el cálculo de esta canasta de crianza es la canasta básica total que se difunde todos los meses por el INDEC. Esto quita la necesidad de estar litigando constantemente a las mujeres a insistir con el cambio de monto”, indica.
Dilatar es la tarea
Las estrategias para no pagar son muchas y aunque hay algunas más habituales, la conversación alrededor del incumplimiento sucede de forma sistemática y naturalizada. “Son muy difundidas entre los varones, entre los abogados y además existe una gran impotencia por parte del Poder Judicial para repeler estas estrategias”, indica Sabrina.
La imaginación que muchos hombres le ponen a estos asuntos asombra pero no sorprende. Con tal de poder evitar el pago, hacen de todo. “Varones que se desapoderan de sus bienes y los ponen a nombre de otra persona, varones que eligen tener ingresos no registrados“, cuenta Cartabia.
Si bien hay muchas tácticas, la más común de todas es evitar el salario registrado para que la Justicia no se entere de esos ingresos. “En la investigación que realizamos nos encontramos con muchos casos de varones que negocian con sus empleadores que les paguen una parte de su salario en forma no registrada para, de esa manera, no declarar su ingreso real frente al Poder Judicial. Después hay estrategias que tienen que ver con lo procesal, por ejemplo, no presentarse a las audiencias, no presentarse frente a los consejeros de familia y, claro, la estrategia más común que es simplemente no pagarla”, finaliza la letrada.