Claudio Gil, quien está enfrentado un juicio por ataque calificado como abuso sexual gravemente ultrajante y por lesionar a un compañero de celda, tiene ya 5 penas. Entre ella, una por quemar a su madre y 3 por matar a homosexuales, a los que odia.
Anteriormente, Gil había sido descripto por psicólogos como alguien “camaleónico” que finge y busca adaptarse para sacar provecho o establecer “relaciones parasitarias” con los otros. Y, esencialmente, como alguien con una ambigüedad sexual, un psicópata sádico que odia a los homosexuales.
Su aparición en la escena delictiva ocurrió cuando tenía un poco menos de 20 años. Era locutor de radio, pero todo terminó cuando empezó a delinquir. En 1992 fue condenado a 9 años por robo de autos y privación ilegítima de la libertad.
Y siguió. Apenas salió de prisión se fue a La Rioja, donde empezó a inclinarse a eso de las “relaciones parasitarias”: se vinculó con un comerciante homosexual riojano, Alberto “Cacho de la Esquina” Herrera, al que mató a cuchillazos y quemó con auto y todo en 1997. En 1999 le dieron 12 años por ese crimen.
Volvió a salir y, de vuelta en San Juan, demostró nuevamente que no tiene límites. Atacó a golpes y quemó con agua a su propia madre (ya fallecida); en 2012 le dieron 11 meses de prisión por ese delito.
Y la seguidilla entonces incluyó otra vez los delitos más graves, dos homicidios a cuchillazos contra homosexuales por los que recibió perpetua. Su primera víctima en San Juan fue el chef Carlos Echegaray (47) a quien en complicidad con otro sujeto aún no localizado, le ató las manos hacia atrás y le dio 8 puntazos para luego robarle, entre el 6 y el 7 de enero de 2014 en su casa de Capital.
La última perpetua en su contra por matar de tres puntazos y robarle al jubilado Luis Espínola (85) entre el 6 y 7 de marzo de 2014, en Rivadavia, tuvo un condimento extra: el día del fallo, el 13 de mayo de 2016, le aplicaron el agravante del odio a la orientación sexual.