“¿Qué te pasa M. alguien te tocó…?”, preguntó el joven a su pequeña hija, por entonces de 3 años, al verla inquieta y agresiva. “El Cefe me toca”, fue la respuesta. Y aunque el changarín no es psicólogo recurrió a una técnica que emplean estos profesionales para sacar conclusiones desde los gestos, cuando los niños son pequeños y no desarrollan aún su lenguaje. Le pasó un peluche y le indicó: “A ver, mostrame con el muñeco cómo te toca el Cefe”. La maniobra que su hija desplegó con los dedos de una mano sobre la entrepierna del juguete, lo dejó indignado. Aquel 2 de enero de 2018 volvió a preguntarle y a pedirle que le explicara otra vez con el muñeco para que su esposa lo viera. Y posicionada detrás de un árbol, la joven vio y escuchó lo mismo, porque la criatura repitió la frase y los movimientos en el peluche. Al otro día hubo denuncia en el ANIVI contra ese Cefe, que no era otro que Ceferino Amaya Cortez (48) pareja de la abuela materna de la nena, entonces obrero en un horno de ladrillos y con un pasado tristemente célebre: el 22 de abril de 1998 había sido condenado a reclusión perpetua por matar a una joven de origen boliviano que era su pareja, Miriam Adrián (24) y a la pequeña hija de esa joven, Magalí, de apenas 2 años.
Aquel fue un crimen atroz. La hipótesis que se manejó fue que en una jornada en la que abundó el alcohol, Amaya Cortez violó a la criatura delante de su madre (se habló de que la obligó a ver) y la asfixió, y que luego se encargó de quitarle la vida a la joven. Consumado el doble homicidio, cavó una fosa en el rancho, las enterró y desapareció. Nada se supo hasta que los vecinos llamaron a la Policía por el fétido olor que salía del rancho y la ausencia de sus ocupantes.
Una psicóloga que entrevistó a la víctima fue contundente para complicar la suerte del doble homicida
Los cuerpos de ambas fueron hallados enterrados el 27 de abril de 1997. Y Amaya Cortez cayó enseguida. Tras recibir la máxima pena, el Poder Ejecutivo le rebajó la pena a 25 años y aplicó otras rebajas que le permitieron gozar de salidas extramuros en 2014.
Tras la denuncia, el joven y su esposa fueron amenazados por el propio Amaya Cortez (tiene otra causa por ese delito) y por la familia de su pareja. Ahora, llegó a juicio a la Sala I de la Cámara Penal. Según fuentes judiciales, ratificará un juicio abreviado con la fiscal Marcela Torres, por un castigo de 2 años por el abuso sexual simple de la nena.