El Museo del Holocausto presentó 83 objetos nazis, entre ellos un instrumento para medir cráneos, incautados por la Policía Federal a un coleccionista que los conservaba de manera clandestina en su domicilio de la localidad bonaerense de Béccar y que a partir de ahora estarán “al servicio de la educación y la memoria”.
“Gracias al trabajo de la Policía Federal, dejaron de ser objetos de intercambio en el mercado clandestino del culto nazi para estar al servicio de la educación y la memoria”, dijo Marcelo Mindlin, presidente del Museo de Holocausto de Buenos Aires.
Algunos de los objetos incautados formarán parte de la nueva exhibición permanente del museo, que actualmente está ubicado en el barrio porteño de Belgrano pero que en diciembre próximo volverá a su sede original, en la calle Montevideo al 900.
Mindlin también comentó que de todos los objetos incautados, los que “más horror” le generaron fueron los instrumentos de medición antropométricos, “que fueron usados para justificar, mediante investigaciones seudocientíficas, las fábricas de la muerte”.
Estos instrumentos, que medían los cráneos de hombres, mujeres y niños, pertenecieron a la “oficina de políticas raciales” del nazismo y fueron encontradas en sus cajas originales.
Cada una de esas cajas tenía en su interior una placa de metal plateada donde todavía pueden leerse tablas de medidas estándar de cráneos según cada raza. Esas tablas respondían a una serie de teorías que proliferaron a principios del siglo pasado y que luego fueron descartadas por carecer de validez científica.
Los instrumentos de medición racial y otros de los 83 objetos incautados estaban exhibidos sobre una mesa en un costado del salón donde se hizo la presentación.
Entre quienes miraban las piezas con detenimiento estaba Eva Rosenthal, quien tiene 89 años, vive en Argentina desde los 24, nació en Budapest, Hungría, y sobrevivió a los campos de trabajo forzado del nazismo. “Estuvimos en manos de criminales que odiaban porque sí, nosotros no habíamos hecho nada”, dijo Eva a Télam con un marcado acento extranjero a pesar de los años de residencia en Argentina.
Eva dedicó varios minutos de su atención a una tabla del juego esotérico llamado “ouija” que fue utilizada por jerarcas nazis. La mujer tradujo al castellano algunas de las palabras escritas en el tablero de plata labrada y luego dijo, fastidiada: “No quiero saber más nada con el alemán”.
En la mesa de exhibición también había lupas para mirar mapas, cajas de tabaco con la esvástica y una imagen del dirigible alemán “Graf Zeppelin” tomada por el fotógrafo oficial de Adolf Hitler, Heinrich Hoffman.
Néstor Roncaglia, jefe de la Policía Federal Argentina, también participó de la presentación y recordó el operativo en el que se incautaron los objetos.
En junio de 2018, siguiendo las pistas de una investigación que ya había conducido a un local de venta clandestina de antigüedades en Vicente López, un grupo de efectivos irrumpió en la casa de Carlos Olivares, en la localidad bonaerense de Béccar.
“A uno de los más jóvenes le pareció que había algo raro en cómo estaba ubicada una biblioteca, decide correrla y detrás estaban todas estas piezas”, contó Roncaglia, y agregó que además había “objetos de origen chino, momias y animales embalsamados.
Carlos Olivares enfrenta actualmente un juicio oral por infringir la ley 25.743 de protección del patrimonio arqueológico en el juzgado federal de San Isidro, a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado.
La jueza, quien también participó de la presentación, decidió que el Museo del Holocausto de Buenos Aires sea el depositario judicial de los objetos “por lo menos hasta que se cierre la causa”.
Fuente: Télam, MDZ y TN