La transmutación de oficialismo a oposición supone no pocos desafíos. Bien los saben los peronistas que tras la derrota de Daniel Scioli en el balotaje presidencial de 2015 se enfrascaron en una interna que terminó por zanjar Cristina Kirchner de la manera más inesperada al correrse del centro de la escena y nominar a Alberto Fernández como candidato presidencial. Fue esa decisión la que permitió alcanzar la siempre esquiva unidad del peronismo y echó por tierra la ancha avenida del medio en la que supo crecer Sergio Massa entre tanta grieta.
Ese duro paso hacia la oposición que terminará de dar el macrismo el próximo 10 de diciembre cuando Mauricio Macri entregue el poder requiere de liderazgos.
Liderazgos que en medio de la derrota intentan mantenerse a flote y chocan contra otros que pugnan por emerger de las cenizas que deja todo fin de ciclo.
En rigor Juntos por el Cambio comenzó a transitar este camino el 13 de agosto pasado, una vez asumido el duro golpe que le asestaron los argentinos en las urnas de manera anticipada a los sueños reeleccionistas de Macri.
Los resultados tanto en Nación como en Provincia de Buenos Aires se revelaron irremontables. Las elecciones del domingo pasado así lo demostraron. Sin embargo entre las PASO y las Generales el espacio comenzó a reconfigurarse de una manera que, una vez más, se vio completamente alterado ante el fuerte crecimiento, insuficiente pero vigoroso de todas maneras, de Macri en las urnas.
Quienes daban por derrotado a Macri lo vieron resurgir aún en la derrota el domingo pasado. Los más de 10 millones de votos obtenidos lo ubicó una vez en el centro de la escena y dejan ver ahora a una María Eugenia Vidal apresurada por ocupar el lugar que todos creían vacante.
“Ahora María Eugenia”: el slogan en el búnker de Vidal
Vidal utilizó el cierre de su campaña como un lanzamiento hacia adelante. La gobernadora hizo su propio acto en paralelo al de Macri. Renegó de la estética y colores de Juntos por el Cambio y anticipó lo que creía iba a imponer con facilidad: “Ahora María Eugenia”. Tal era el slogan que podía leerse en el escenario junto con el “Ahora nosotros”. La gobernadora bonaerense sentenciaba abiertamente el fin de ciclo liderado por Macri y Marcos Peña y anticipaba uno nuevo en el que se veía como protagonista.
Sin embargo las urnas le dijeron el domingo que las cosas no serían tan sencillas. El 40% de los votos que cosechó Macri lo ubicó una vez más en la centralidad de ese espacio. De hecho entre las PASO y las Generales Macri logró crecer y recortar la ventaja que le había sacado Alberto Fernández en mucho mayor grado de los que logró Vidal frente a Axel Kicillof.
En ese escenario el radicalismo con Alfredo Cornejo y Martín Lousteau a la cabeza ya anticipan que para mantener la coalición con vida no se resignará al papel muy secundario que jugaron los últimos cuatro años y que dejó al centenario partido al borde del ridículo en reiteradas oportunidades.
El propio primo del presidente, el reelecto intendente de Vicente López, Jorge Macri, comenzó a marcar la cancha este mismo martes. “Los resultados electorales obtenidos por Juntos por el Cambio a nivel nacional consagran al actual mandatario en un lugar de liderazgo indiscutido de una oposición que tiene que estar unida, para defender la mirada de cuatro de cada diez argentinos que no piensan igual” que el presidente electo.
Pero nada está dicho. De poco le valió a Scioli el 48% de los votos obtenidos en 2015 para erigirse como líder del espacio que dejaba el poder en aquel momento. Cuatro años más tarde intentó una tímida precandidatura presidencial que murió incluso antes de nacer ante la estrategia electoral delineada por Cristina.
También talla en este escenario Horacio Rodríguez Larreta, el único gran ganador del espacio que logró el domingo pasado lo que ni Macri ni ningún jefe de Gobierno porteño anterior había logrado: imponerse en primera vuelta. El apabullante 55% de los votos obtenidos en el principal bastión macrista lo ubica como otro jugador clave del espacio y el único con un cargo ejecutivo importante que le brinde visibilidad.
Así planteado el escenario, la coalición que nació para gobernar deberá definir como sigue en tanto oposición. Y el Congreso de la Nación será el terreno donde se den las primeras batallas. Juntos por el Cambio contará con 120 diputados sobre un cuerpo de 257, apenas 9 menos de los necesarios para contra con quórum propio. Dentro de este cuerpo también entrarán a jugar las tensiones entre dialoguistas y halcones, entre radicales, lilitos y PRO puros y habrá que ver en la dinámica del nuevo Congreso si el espacio logra mantener la unidad hasta las Legislativas de 2021.
Se trata apenas de los primeros cruces de un reacomodamiento tan obligado como tumultuoso que recién está comenzando.