El boxeador rawsino Carlos “El Bebé” Sardinez (29) fue condenado en Flagrancia a tres años de prisión condicional (sin encierro) por los delitos de tenencia ilegal de arma de fuego de uso civil y lesiones leves agravadas por el vínculo, pues la víctima fue su pareja. También deberá cumplir con una serie de medidas, como someterse a un tratamiento psicológico, irse del hogar donde convivía con la mujer y no acercarse a ella, a quien supuestamente golpeó. ¿Lo paradójico? La propia pareja, llamada Tamara Jácamo (27), ayer salió a defenderlo y en diálogo con este diario lanzó una dura acusación: “No me pegó, me obligaron a denunciarlo”, dijo, entre lágrimas.
El hecho ocurrió a eso de las 7.45 del pasado 29 de diciembre. La pareja había salido a bailar y acababa de llegar a su casa, en inmediaciones de Juramento y Tacuarí, en Rawson, donde ella tiene un almacén. Según fuentes judiciales, hubo una discusión y Sardinez se puso muy violento, al punto de que la tomó de los pelos, la zamarreó y le dio algunas cachetadas. Voceros judiciales además habían dicho que Jácamo debió pedir ayuda a una vecina (es tía suya), que fue quien llamó a la Policía. Sardinez supuestamente antes de irse sacó bebidas del almacén y se fue en el auto de ella, no sin antes amenazarla con una arma de fuego (un revólver calibre 32 largo) que luego la Policía halló en el vehículo al momento de detenerlo, a las pocas cuadras.
“Estoy mal, es una injusticia lo que han hecho. A mí en la Policía me obligaron en todo momento, me decían que lo tenía que denunciar porque sino yo iba a quedar detenida”, afirmó Jácamo, quien además aseguró que “sí discutimos, pero él nunca me golpeó, no me tocó ni un pelo”.
Sobre el arma, aclaró que “a mí nunca me mostró una arma, nunca me amenazó. Al arma se la encontraron en el auto, para mí alguien se la pasó, alguien se la dejó, con alguien se relacionó cuando se fue de acá y se la pasó”. La mujer dice que está muy angustiada, que no puede dormir y que llora todo el tiempo. “Si fuese algo que realmente pasó estaría tranquila, pero no fue así y me duele. A él le han arruinado todo… la vida y la carrera”, sostuvo, con la cara empapada en lágrimas.
Sardinez y Jácamo tiene una bebé de 1 año. “Tengo pensado ir a Tribunales, quiero que alguien me escuche. Mi hija está sufriendo a causa de todo esto, ella lo está pagando”, expresó.
Lo que pasó, según su versión
“Cuando estaba en la comisaría 6ta yo me vine a mi casa porque me sentía mal. Me vinieron a buscar dos policías, me retaron, me dijeron que tenía que sí o sí hacer la denuncia por una orden de la secretaria de la fiscal, que o me llevaban detenida o hacía la denuncia. Ahí me cambié y me fui con ellos. Me sentaron en una oficina y una policía les dijo a los otros: “No me la vayan a dejar salir a ella, no tiene permiso para salir a ningún lado, hasta que no haga la denuncia no se va”. Al ratito me dijeron que había llegado la secretaria de la fiscal. Ella me dijo que éramos un equipo y que tenía que entender que tenía que hacer la denuncia sí o sí, y que a él lo teníamos que hundir. Yo lloraba, le decía que quería irme, que me sentía mal, pero no me dejaron irme. Cuando decían que me tenían que llevar al médico legista hasta entre ellos decían: “¿¡Al médico legista, si no tiene nada!? Después me llevaron a la Comisaría para la Mujer. Ahí ya tenían como todo preparado, todo el circo armado. Me recibió una policía y me hizo pasar a una oficina. Ahí estuve esperando. Entró un señor que me explicó que era un psicólogo que iba a estar presente. Ahí me preguntaron qué me había pasado y yo seguía diciendo que no quería hacer ninguna denuncia porque no tenía argumentos, que era injusto. A eso se lo repetía varias veces. La que me atendió me pidió que esperara y se fue para otra oficina a consultar. De allá vino prepotente y me dijo: “mirá, yo te la voy a hacer cortita, a mí me han llamado para decirme que vos tenés que hacer la denuncia sí o sí, sino no te podés retirar del lugar”. Yo me negaba. Me dijo: “bueno, acá yo te voy a poner un papel como que vos hacés tu descargo de lo que ha pasado y el juez verá la gravedad de la situación”. Me dio una hoja para que yo firmara, yo le preguntaba qué era pero ella sólo me decía que firmara. Me dijo que había hecho un descargo de lo que había pasado y que el juez después iba a ver si lo tomaba como denuncia. Yo lo firmé, estaba en un momento muy mal, me sentía muy triste, es inexplicable cómo estaba. Después de eso me llevaron al médico legista, me acompañó una policía. Yo a ella le decía que ya estaba cansada de la situación, que me estaban haciendo hacer cosas que yo no quería y que me quería ir a mi casa. Nos cansamos de esperar al médico legista. Yo le decía a la policía que me acompañaba: “pero mírame, por favor te pido que me mirés, si no tengo nada, ni en la cara ni en el cuerpo, ni en ningún lado. ¿Para qué hacer esto?”. El médico legista me miró pero no tenía nada. Lo único fue que yo le dije que tenía la cabeza acalambrada, que eso me pasa siempre cuando estoy nerviosa, cuando lloro. Otra cosa fue que a él (a Sardinez) los policías todo el tiempo se le reían, le miraban el carnet de boxeador y le decían: “acá está el campeón, ya van a ver cómo va a quedar el campeón”. Fue muy feo lo que hicieron”.