a polémica por la reforma de los liceos militares que impulsa el Gobierno tomó un giro inesperado, que amenaza con desatar un frente de tormenta con la Iglesia. El ministro de Defensa, Agustín Rossi, acusó al macrismo de “reimplantar la enseñanza religiosa” en los institutos educativos de las Fuerzas Armadas.
La ofensiva del ministro fue replicada por voceros del Obispado Castrense y por representantes de comunidades de distintos liceos. “No es así. No hay ninguna materia con contenidos religiosos”, respondieron en ambos ámbitos, ante consultas realizadas por LA NACION. También la desestimaron exfuncionarios que trabajaron en la gestión de Defensa del gobierno de Juntos por el Cambio.
“El macrismo, además de volver a la utilización de armas en los liceos, reimplantó la enseñanza religiosa. Hablamos de una institución del Estado, que es laico”, dijo Rossi, en declaraciones a Página 12. Apuntó, así, al gobierno de Mauricio Macri, que dejó sin efecto disposiciones tomadas en 2010 por su antecesora Nilda Garré, que eliminaban en los liceos militares pertenecientes al Ejército las asignaturas Religión/Catequesis/Formación Ética y Espiritual, así como los contenidos curriculares comprendidos en ella. En la definición de los cambios dispuestos en la etapa kirchnerista participó la actual ministra de Seguridad, Sanina Frederic, quien integraba el gabinete de Garré.
“Es una materia extracurricular. Le hicieron la trampita de cambiarle el nombre”, dijo a LA NACION el actual director nacional de Formación del Ministerio de Defensa, Sergio Gabriel Eissa, al insistir en la acusación del ministro Rossi.
En la Iglesia respondieron y fueron categóricos. “No se reimplantó la educación religiosa. Es una de las tantas mentiras a las que nos tienen acostumbrados”, señaló una fuente cercana al obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, al ratificar que se trata de una oferta extracurricular, totalmente voluntaria y fuera del horario de clases, a la que se suele sumar entre un 15% y un 20% de los alumnos. El porcentaje llega al 30% en los cursos de primer año.
Fuente: La Nación