Se trata de dos efectivos que cumplían tareas en la Comisaría 20º de Angaco, quienes podrían recibir un castigo de uno a cinco años de prisión por apremios ilegales.
Comenzó el juicio contra los dos policías de la Comisaría 20º de Angaco acusados de haber golpeado brutalmente a un joven detenido y, tras el informe del médico legista que revisó al denunciante, quedaron complicados frente al juez de Garantías Diego Sánz, que definirá su situación procesal.
Se trata del agente Marcos Adrián Diez y del cabo Martín Alejandro Peñaloza, quienes habían quedado imputados por presuntos apremios ilegales en prejuicio de Lucas Adrián Cuello, un conocido delincuente al que habrían atacado en el interior del calabozo de la seccional.
Aunque los efectivos se defendieron de la acusación en su contra y aseguraron que el entonces aprehendido se autoagredió, golpeándose con la pared y el suelo, doce horas después del hecho, el profesional de la medicina que asistió a Cuello observó que las lesiones que presentaba coincidían con golpes de puño y puntapiés y no con superficies planas.
Por ese informe del perito, para el fiscal de la UFI de Delitos Especiales, Renato Roca, los uniformados son responsables del delito que se le achacan, previsto en el Código Penal Argentino con un castigo que va de uno a cinco años de prisión o reclusión, e inhabilitación especial por doble tiempo, al funcionario público que impusiere a los presos que guarde, severidades, vejaciones, o apremios ilegales.
Acorde habría señalado la presunta víctima, que registraba un pedido de captura, los policías le propinaron una paliza y le hicieron saber que las heridas que sufría -producto de la golpiza que le daban- serían consideradas como de autolesión. «Mirá cómo se auto agrede», le habrían expresado al mismo tiempo que lo atacaban, según detalla la denuncia.
El hecho
El hecho ocurrió el pasado sábado 1 de mayo. Según dijeron fuentes policiales, Cuello estuvo realizando algunos disturbios en la vía pública, en Angaco. Como no cesaba en su accionar, los efectivos fueron a detenerlo. El hombre, para no ir preso, habría intentado resistirse a la detención y eso generó que la aprehensión se diera un tanto violenta.
Al llegar a la dependencia, constataron sus antecedentes y descubrieron que tenía un importante prontuario e, incluso, hasta tenía un pedido de captura ya que había desobedecido una orden judicial de no acercarse a su ex pareja. Lo metieron al calabozo y, al rato, llegó el ayudante fiscal.
El funcionario judicial fue hasta la Comisaría 20ª y, cuando lo observó al preso, vio que tenía importantes heridas en su rostro. Le consultó qué le había ocurrido y dijo que dos policías de la dependencia lo habían golpeado brutalmente. Ante esto, pidió denunciarlos y el ayudante fiscal tuvo que tomarle la exposición.