¿Por qué no podemos recordar acontecimientos de cuando éramos bebés? ¿La memoria comienza a funcionar solo a partir de cierta edad?
Intentá hacer memoria y llegar a uno de tus primeros recuerdos: probablemente no sea de cuando aprendiste a caminar o dijiste tus primeras palabras, sino que estará relacionado con el jardín de infantes, el nacimiento de tu hermanito menor o alguna experiencia significativa de tu niñez. Y también, muy problabemente, no haya sucedido antes de tus dos o tres años de edad.
De hecho, la mayoría de las personas no podemos recordar eventos de los primeros años de nuestras vidas, un fenómeno que los investigadores llaman “amnesia infantil“. Pero, ¿por qué no podemos recordar las cosas que nos sucedieron cuando éramos bebés? ¿La memoria comienza a funcionar solo a partir de cierta edad?
A pesar de lo que nos puede sugerir nuestra propia experiencia, las investigaciones sostienen que los bebés pueden formar recuerdos, aunque tal vez no del tipo que se pueda contar cual anécdota: a los primeros días de vida pueden recordar el rostro de su madre y distinguirlo del rostro de un extraño; y a los meses son capaces de recordar muchas caras familiares, sonriendo más a aquellas que ven con más frecuencia. Hay muchos tipos de recuerdos. Los hay de cómo realizar una acción, recuerdos procedimentales, autobiográficos, sensoriales, etc.
Una investigación de la psicóloga Carolyn Rovee-Collier en la década del ’80, por ejemplo, mostró que los bebés pueden formar algunos de estos otros tipos de recuerdos desde una edad temprana. ¿Cómo fue su experimento para estudiar a bebés que, por supuesto, no pueden decirte exactamente lo que recuerdan?
En la versión para bebés de 2 a 6 meses, tras medir primero su propensión natural a mover las piernas, se les ató una cuerda para que cada vez que movieran la pierna, el cunero colgando por encima también lo hiciera. Como era de esperar, los bebés aprendían rápidamente que tenían el control: les gustaba ver el movimiento del cunero y, por lo tanto, pateaban más que antes de que les ataran la cuerda a la pierna.
La versión para bebés de 6 a 18 meses era similar, pero en lugar de un cunero lo que este grupo de edad tenía era una palanca para hacer que un tren se mueva alrededor de una vía (que al principio no funcionaba para, nuevamente, medir la propensión natural a presionarla). Los bebés aprendían rápidamente el juego y presionaban la palanca con más frecuencia cuando esta hacía que el tren se mueva.
¿Qué tiene que ver esto con la memoria? La investigación de Rovee-Collier probó que después de entrenar a los bebés en una de estas tareas durante un par de días, más tarde la recordaban. Además, cuanto más grandes eran los bebés más la recordaban e incluso era posible hacer que recuerden los eventos durante más tiempo si los entrenaban durante períodos más largos.
Ahora, ¿qué pasa con los recuerdos autobiográficos? Vanessa LoBue, Profesora de Psicología en la Universidad Rutgers explica que, aunque no está claro si las personas experimentamos amnesia infantil porque no podemos formar recuerdos autobiográficos o si simplemente no tenemos forma de recuperarlos, si hay algunas conjeturas.
Una es que los recuerdos autobiográficos requieren que tengamos “sentido de nosotros mismos”. Sin embargo, algunas investigaciones sugieren que los bebés menores de 18 meses no muestran ninguna evidencia de, por ejemplo, reconocerse en el espejo.
Otra posible explicación tiene que ver con que, dado que los bebés no tienen lenguaje hasta más cerca de su segundo año de vida, no pueden formar narraciones sobre sus propias vidas que luego puedan recordar.
Finalmente, otra hipotesis se relaciona con el hipocampo. Esta región del cerebro es en gran parte responsable de la memoria y no está completamente desarrollada en la infancia, por lo que tiene sentido que, en un período en el que tenemos muchas neuronas pero todavía pocas conexiones neuronales, nos cueste acceder de forma consciente y voluntaria a esas primeras experiencias.