A contramano de la lectura del Presidente Sebastián Piñera, quien considera que la situación está mejorando, el peso propio de la crisis chilena solo pierde intensidad desde la cobertura de los principales medios de comunicación. Pero el reclamo permanece y la represión, se agudiza.
Poco parece que puedan contribuir las medidas anunciadas por el mandatario en una nueva conferencia desde el Palacio de La Moneda donde afirmó haber escuchado fuerte y claro la voz de las chilenas y los chilenos.
La búsqueda de un “gran acuerdo nacional” auspiciado en la #NuevaAgendaSocial y bajo la idea de “generar más y mejores empleos, mejorar los salarios, regular las alzas en los precios de servicios básicos como la electricidad y los peajes”, difícilmente pueda sacar de las calles al emergente de un descontento social producto de la propia estructuración de la sociedad y el modelo trasandino.
Los proyectos a tratarse desde el Congreso pierden peso cuando Piñera descansa su debilidad de orígen en Instituciones como las Fuerzas Armadas reconociendo a las mismas como vitales “para proteger nuestra democracia, nuestras libertades”, al tiempo que se busca instalar un escenario de buenos y malos para una crisis que él mismo reconoce viene desde hace décadas.
A escala regional es genuino mirar con preocupación los intentos de militarización que gobiernos de bajo arraigo popular como el de Lenín Moreno en Ecuador o el de Sebastián Piñera en Chile buscan construir o al menos ensayan con escenarios de crisis que no ven venir ni saben administrar.
Para una región con experiencia de sobra en esto es que la militarización se presenta como un proceso sociopolítico donde se acepta la intervención de los militares en la resolución de los distintos problemas de una sociedad, a tal punto que se termina normalizando.
Pero esa memoria parecería no reconocer temores en una porción de la sociedad chilena que desde su idea de recuperar la dignidad perdida han tomado las calles y soportado una brutal represión de esas mismas fuerzas que el Presidente celebra. Acá está la discusión implícita por estas horas.
“Como Presidente de Chile debo levantar el estado de sitio cuando tenga seguridades que el orden público, la tranquilidad y la seguridad de los ciudadanos y la protección de los bienes están debidamente resguardados”, plantea Piñera.
Pero la duda parecería ser si con la ausencia de este respaldo el mandatario podría continuar con el resto de su segunda gestión y los compromisos asumidos con el mundo.
El mes que viene Chile va a organizar el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC) que entre otros países lo integran Estados Unidos, China y Rusia por lo que se supone que Trump, Jinping y Putin deberían arribar a una Santiago de Chile que al momento no parece preparada para recibir la final de un torneo de fútbol.
Con estos eventos, en adición a una cumbre del Cambio Climática que podría contar con la presencia de Greta Thunberg y la atención que eso significa, el Presidente tiene el desafío de poder escuchar y atender los reclamos de una ciudadanía que quiere vencer al estado de emergencia o que el “oasis latinoamericano” sea resguardado desde las Fuerzas Armadas.