El asesinato de Fernando Báez Sosa generó una fuerte conmoción social. Los videos que expusieron el ataque de la patota en Villa Gesell provocaron la indignación colectiva y, en algunos casos, se elevaron voces que cuestionaron al rugby y su transmisión de valores deportivos y morales. Esos cuestionamientos aparecieron al conocerse que la mayoría de los diez jóvenes, de entre 18 y 20 años, habían practicado ese deporte. Los clubes a los que pertenecían los sospechosos, Arsenal Náutico Zárate y CASI, suspendieron a los imputados por el crimen de un adolescente de 19 años. Mediante comunicados lamentaron el asesinato de Fernando y repudiaron la brutalidad expuesta por sus agresores. Referentes del rugby, como el entrenador de Jaguares, Gonzalo Quesada, marcaron las enormes diferencias existentes entre el salvaje ataque de una patota y el espíritu de equipo. Ayer fueron Los Espartanos los que expresaron su opinión.
Mediante un video en el que tomó la palabra el capitán de ese equipo formado por presos se ratificó la lejanía que el rugby tiene con la violencia. “Le damos el pésame a la familia de Fernando, todos los días pedimos por él”, dijo el jugador de Los Espartanos. Y agregó: “Nosotros éramos los más violentos de la sociedad. No conocíamos el rugby. Y ahora tenemos todos los valores inculcados, y una nueva vida para cada uno de nosotros. Gracias a esos valores, el rugby nos enseñó a decirle no a la violencia. El rugby no es el problema, es parte de la solución”.
Esa experiencia de transmitir el conocimiento del juego y de la vida a las personas privadas de su libertad fue encabezado desde su inicio por Eduardo “Coco” Oderigo, abogado penalista, exjugador del San Isidro Club. Arrancó con ese proyecto en 2009 en el penal 48, ubicado sobre la autopista del Buen Ayre, en el partido bonaerense de San Martín. Ese esfuerzo quijotesco hoy es compartido por 649 voluntarios que llevaron el rugby a 65 penales en 21 provincias. En 18 penales hay equipos estables y se generó una liga que crece cada año. Más de 3000 detenidos fueron alcanzados por esa iniciativa social.
Uno de los puntos más importantes que muestra la Fundación Los Espartanos tiene que ver con las cifras de reincidencia. La estadística expone que la población carcelaria que no participa de este sistema tiene más posibilidades de volver a cometer un delito y, en consecuencia, de regresar a una prisión. La reincidencia alcanza a más del 65 por ciento de los presos que no forman parte del esquema de trabajo intramuros de Los Espartanos. Solo el 1 por ciento de los que formó parte de ese sistema estuvo nuevamente en conflicto con la ley penal.
Apoyados en ese convencimiento de la utilidad del rugby como forma de escapar de situaciones violentas, Los Espartanos también hicieron referencia en su mensaje a los problemas juveniles con el consumo abusivo de sustancias psicoactivas, como el alcohol. “Nosotros aprendimos que no necesitamos tomar alcohol para poder divertirnos. Me gustaría que en todos los tercer tiempo no haya más alcohol y que podamos divertirnos como nos tenemos que divertir”.
Y también dejaron un mensaje para los acusados por el homicidio de Fernando: “Nosotros nos cansamos de tener errores, pero el rugby da una segunda oportunidad. Esto es Esparta y esta es su casa. Están invitados para ser parte de nuestro equipo”.
En el penal de Dolores, donde están detenidos los diez acusados por el homicidio de Fernando Báez Sosa, hay un equipo de rugby formado por los internos y conocido como Los Dragones.
La sede del equipo más antiguo de Los Espartanos es en la Unidad 48 de máxima seguridad de San Martín. La fundación que lleva adelante esta iniciativa señaló en su página web que en ese penal se cuenta con más de 280 jugadores y una cancha de césped sintético, inaugurada en 2017.
“Nuestro programa contempla aunar esfuerzos educativos, junto con los deportivos, para lograr una formación completa para los jugadores. A través de los años, se ha verificado empíricamente que la educación transforma las posibilidades de las personas privadas de su libertad, especialmente si completan la formación con el dictado de oficios, lo cual les permite empoderarse frente a la sociedad cuando recuperan la libertad, desde la independencia económica y la recuperación de la dignidad personal”, se consignó en la web de la Fundación Los Espartanos.