Pasada la etapa de los testigos directos y de los reconocimientos en rueda, la fiscal Verónica Zamboni comienza a revisar otras pruebas para terminar de delinear a cuántos de los diez detenidos por el homicidio de Fernando Báez Sosa, ocurrido el 18 de este mes a la salida de la disco Le Brique, en Villa Gesell.
Este lunes comenzará a recibir parte del contenido de los teléfonos celulares incautados el mismo día del crimen; se espera que en sus memorias hayan quedado guardadas imágenes o mensajes que eventualmente permitan reconstruir los momentos anteriores y posteriores al artero y letal ataque a golpes.
También se sigue con el análisis de imágenes registradas por las cámaras de seguridad privadas y municipales de Villa Gesell para dilucidar los movimientos de los acusados en el contexto de la agresión y en su salida de la escena del crimen.
Al respecto, el fiscal general de Dolores Diego Escoda dijo que se investiga si al menos cuatro de ellos se cambiaron de ropa tras la golpiza en la que murió el joven. “Es muy importante y está en análisis que, en principio, aparentemente, los imputados se habrían cambiado de ropa en la esquina del lugar de los hechos y después de habrían ido a McDonald’s”, explicó al canal de noticias TN el funcionario judicial que consideró que este tipo de actitud “es usual en personas después de haber cometido un delito”.
Luego el fiscal también señaló a la agencia de noticias Télam que cámaras municipales registraron en la esquina de la escena del crimen a algunos de los acusados cuando aparentemente se intercambiaban prendas. Y minutos después, las cámaras de seguridad de la hamburguesería, situada a unos 400 metros del lugar del hecho, captaron a cuatro de los imputados, dos en la planta baja y dos en la planta alta, con las ropas presuntamente intercambiadas, indicó Escoda.
El paso de los acusados por la casa de comidas rápidas había sido señalado por el abogado de la familia Báez Sosa, Fernando Burlando, quien había opinado que el hecho de que inmediatamente después de la paliza mortal hubiesen ido a comer hamburguesas demuestra, a su criterio, el “desprecio” que tuvieron por la vida de Fernando.
Esa desaprensión con respecto a lo que habían hecho y a sus consecuencias se denota, también, en el hecho de que poco antes del mediodía, cuando la policía fue a detenerlos a la casa en la que pasaban sus vacaciones, en el pinar de la zona norte de Villa Gesell, alguno de ellos implicó en el hecho a Pablo Ventura, un remero de su misma edad con el que tiempo atrás habían tenido algún tipo de incidente en Zárate, de donde todos son oriundos.
Ese señalamiento, según consta en el expediente, llevó a la policía a dar por establecido que había un sospechoso llamado Pablo Ventura que se había huido en un Peugeot 208 blanco a las 7.30, antes de la llegada de la comisión policial que buscaba a los asesinos de Fernando.
Ventura fue detenido el mismo 18, a la tarde, cuando se despertó de la siesta. Lo cierto es que antes, durante y después de que se produjo el homicidio él estuvo en Zárate. Luego de pasar tres días preso, su padre y su abogado pudieron presentar pruebas irrefutables de que era mentira que hubiese huido de Villa Gesell; es más: probaron que ni siquiera había estado allí.
La revisión de las lesiones
El fiscal general Escoda adelantó que esta semana declararán los forenses para dar más precisiones con respecto a las lesiones descriptas en la autopsia, con especial énfasis en un golpe “muy fuerte en el hígado” y otro “muy fuerte en el cráneo” que habría provocado “un sangrado interno en el cerebro” que resultó letal.
También se intentará precisar cuál es el origen de las lesiones que presentaba la mayoría de los acusados. El mismo día de su detención, según explicaron fuentes del caso a la nacion, los médicos legistas de la Policía Científica de Dolores describieron que Máximo Thomsen -el más complicado en el caso, porque sería el autor de aquella mortal patada final en la cabeza de Fernando- tenía en su mano derecha restos de tejido hemático, es decir, sangre y piel tanto propias como, eventualmente, de la víctima.
Enzo Tomás Comelli tenía un hematoma en el labio inferior; no se sabe en qué situación recibió el golpe que la provocó. Lo mismo ocurre con las marcas que quedaron en el cuerpo de Lucas Pertossi (excoriaciones en ambas axilas, quizás producto de una toma de sujeción desde atrás), de su primo Luciano -excoriaciones en el cuello y una axila- y Alejo Milanesi, que presenta rastros de roce violento en el cuello y en la mano izquierda.
Milanesi es el único de los imputados que no fue señalado en las ruedas de reconocimiento, aunque Burlando sostuvo que tiene una “lesión que habla de algún tipo de agresión” o de que la víctima “se pudo haber defendido”. Los investigadores buscan precisar si esas marcas se produjeron cuando los patovicas de Le Brique los echaron o durante el ataque, o si, incluso, fueron autoinfligidas.